La legislación de Estados Unidos permite que el presidente imponga aranceles por decreto, mecanismo utilizado por el expresidente Trump durante su primer mandato (2017-2021) en productos como acero y aluminio provenientes de China y Europa. El actual presidente demócrata, Joe Biden, también ha seguido esta estrategia aplicando aranceles a ciertos productos chinos.
Trump tendría un margen político más amplio si logra obtener una mayoría en la Cámara de Representantes, así como en el Senado, en un Congreso con funciones en comercio exterior.
“Si se aplican aranceles de manera indiscriminada, tanto a aliados como a competidores, puede ser problemático”, opinó Jeffrey Schott del Peterson Institute for International Economics.
Esta acción podría ir en contra de las obligaciones con la Organización Mundial del Comercio (OMC) o violar acuerdos de libre comercio, lo que probablemente desencadenaría represalias por parte de los países afectados. China, por ejemplo, advirtió que “en una guerra comercial, no habría ganadores”.
“No habría ganadores en una guerra comercial, lo cual no beneficiaría al mundo”, declaró Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino.
Durante el mandato de Trump, los aranceles a productos chinos y europeos ya provocaron represalias de Beijing y Bruselas. Ambas respondieron tratando de mantener las respuestas proporcionales. Sin embargo, el impacto de un aumento generalizado de aranceles es incierto.
La OMC debe garantizar condiciones equitativas de acceso a mercados para los Estados miembros, promoviendo la reducción de barreras al comercio libre. No obstante, el sistema de resolución de controversias de la OMC enfrenta serias limitaciones, siendo “inútil” según Schott, ya que una apelación de EE.UU. puede bloquear cualquier procedimiento sin un siguiente paso de apelación.
El impacto económico de aplicar aranceles a todos los productos importados a EE.UU. podría ser significativo. La Tax Foundation estima que los consumidores estadounidenses enfrentarían un aumento de costos de 525,000 millones de dólares anuales. Jonathan Gold, vicepresidente de la NRF, afirmó que las empresas necesitan importar mercancías para mantener una variedad de productos a precios razonables.
“Estos aranceles, al final, provendrán de los bolsillos de los consumidores en forma de aumento de precios”, aseguró Gold.
Según la Tax Foundation, estas medidas también podrían reducir el PIB en 0.8 puntos porcentuales y destruir alrededor de 684,000 empleos.