En México, aproximadamente 8 millones de trabajadores viven con salarios que no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, a pesar de tener un empleo formal. Esta es la preocupante realidad que refleja el reporte más reciente del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Estos trabajadores ganan, como máximo, un salario mínimo mensual, que se traduce en alrededor de 6,310 pesos. Esta cifra resulta insuficiente para enfrentar los costos de la canasta básica alimentaria y no alimentaria, que según el Coneval, para el ámbito urbano, supera los 12,000 pesos mensuales.
En este contexto, la secretaria ejecutiva del Coneval ha expresado su preocupación por el poder adquisitivo de los trabajadores mexicanos.
“A pesar de los ajustes al salario mínimo, la inflación ha erosionado los ingresos reales, dejando a millones de familias en situación de pobreza laboral”, señaló.
El aumento de los precios de alimentos, transporte y servicios esenciales ha agravado la situación económica de miles de hogares. Este fenómeno inflacionario ha reducido la capacidad de las familias para cubrir necesidades tan básicas como la alimentación, la educación y la salud.
A pesar de que el gobierno ha tomado medidas para ajustar el salario mínimo, el impacto de dichos cambios no se ha reflejado de manera uniforme en todas las zonas del país. Además, la informalidad laboral se mantiene como un obstáculo significativo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cerca del 56% de la población ocupada labora en condiciones de informalidad, lo que limita el acceso a derechos laborales fundamentales y estabilidad económica.
El reto sigue siendo enorme. Expertos sugieren revisar las políticas salariales con enfoque en la productividad y reforzar los mecanismos de control de precios para contrarrestar la inflación, a fin de mejorar la calidad de vida de los trabajadores y garantizar una mayor equidad económica en México.