En un análisis reciente sobre la economía de México, se destacó que un considerable 56% de las exportaciones mexicanas dependen del mercado estadounidense. Esta fuerte interdependencia con la economía de Estados Unidos refleja los profundos lazos comerciales establecidos a lo largo de años, especialmente desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, que fue renovado como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2020.
La dinámica comercial entre ambos países no solo se limita a bienes, sino que también incluye un significativo flujo de inversiones y servicios. No obstante, esta dependencia puede representar un riesgo para la economía mexicana, ante cualquier cambio en las políticas comerciales de su vecino del norte. Estas fluctuaciones son capaces de impactar directamente en la estabilidad y crecimiento económico de México, al estar estrechamente ligado a la demanda y las decisiones de inversión que se tomen al otro lado de la frontera.
Un estudio revisado resalta que uno de los sectores más críticos en este intercambio es el automotriz, donde gran parte de la producción mexicana se destina al mercado estadounidense. Además, la industria manufacturera y la de alimentos también tienen una presencia relevante en las exportaciones hacia Estados Unidos.
“Aunque la dependencia económica con Estados Unidos ha permitido a México desarrollar sectores industriales competitivos, también lo hace vulnerable a las condiciones económicas y políticas exteriores”, señaló un analista del sector.
Para reducir esta vulnerabilidad, expertos sugieren que México debería diversificar sus mercados de exportación y fortalecer su mercado interno. La apertura a mercados asiáticos y europeos podría ofrecer nuevas oportunidades, disminuyendo así la presión económica causada por cambios en las políticas estadounidenses. Estos ajustes permitirían a México consolidar una economía más resiliente y menos susceptible a las vicisitudes externas.