Cuando Estados Unidos impone aranceles a otras naciones, es común que las represalias afecten principalmente a los productos agrícolas estadounidenses. Así lo expresó Hemesath, presidente del grupo de defensa Agricultores por el Libre Comercio, quien advierte que estas medidas pueden resultar en una pérdida permanente de cuota de mercado.
Los economistas coinciden en que los planes arancelarios de Trump, que podrían ser su acción económica más contundente, nos retrocederían a los niveles de los años 30, incrementando la inflación y colapsando el comercio entre Estados Unidos y China. Esto desencadenaría represalias y alteraría drásticamente las cadenas de suministro.
Un estudio recientemente publicado por la Asociación Nacional de Productores de Maíz y la Asociación de la Soja de Estados Unidos pronostica perjuicios en las exportaciones agrícolas hacia China, presionando así los ya deprimidos precios internos. Esto favorecería a rivales como Brasil y Argentina.
Trump ha descrito los aranceles como “la palabra más hermosa del mundo”, argumentando que revitalizarían la industria estadounidense, aumentarán el empleo y generarán ingresos federales considerables en una década.
Sin embargo, los economistas subrayan que los aranceles son pagados por las empresas importadoras, que luego trasladan estos costos a los consumidores o enfrentan menores ganancias.
De imponerse completamente, según la Tax Foundation, los aranceles nuevamente alcanzarían un promedio del 17.7%, el más alto desde 1934. El enfoque podría reavivar un panorama similar al de la Ley de Aranceles Smoot-Hawley de 1930, que fue central en el colapso económico global de aquella época.
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