Durante una recesión, se produce una caída en la actividad económica, la inversión, el consumo y la producción de bienes, lo que generalmente resulta en una disminución del PIB. Se considera que una economía está en recesión si experimenta dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. Sin embargo, en México, la mayoría de los analistas coinciden con la Secretaría de Hacienda en que no se vislumbra una recesión en el horizonte a corto plazo, aunque alguno ha señalado que podría ocurrir en la segunda mitad de 2025.
“El dato del PIB que se publicó recientemente es bastante sólido y sugiere que no estamos en una recesión”, comentó Alejandro Saldaña, economista en jefe de Grupo Financiero Ve por Más (BX+).
Desde 2011 a 2028, la economía de México ha crecido un 2.3% anual. Sin embargo, bajo la administración de AMLO, el crecimiento ha sido del 0.88% en términos reales, alcanzando un 5.3%, según Francisco Villa, socio fundador de GA Asesores. A pesar de esto, Jessica Roldán, economista en jefe de Finamex Casa de Bolsa, señaló que el crecimiento podría estar por debajo de lo estimado, que se sitúa en un 2% como potencial.
En 2024, se espera un crecimiento del 1%, lo que podría incluir dos trimestres de crecimiento negativo, indicó Jorge Arturo Martínez de EGADE Business School. Sin embargo, sectores como el consumo, exportaciones automotrices, agropecuarias, y las remesas, junto con el sector servicios, son clave para impulsar el crecimiento económico.
El consumo ha recibido un impulso por el aumento del salario mínimo y las remesas. En el futuro, será crucial la consolidación fiscal del gobierno federal, que planea reducir el déficit fiscal.
A pesar de que la mayoría descarta una recesión, destacan retos económicos como las altas tasas de interés y un menor crecimiento de las exportaciones debido a la desaceleración industrial en EE.UU. Además, la incertidumbre por cambios constitucionales y la elección en EE.UU. añaden presión.
Los analistas subrayan la importancia de que el gobierno federal envíe señales de certidumbre al mercado, fomentando la inversión privada en infraestructura, energías limpias y comunicaciones. Aprovechar el nearshoring es una oportunidad única para impulsar el crecimiento, aunque la atención de los inversionistas ya se ha desviado hacia países como Guatemala.
Finalmente, la relación económica con EE.UU. sigue siendo crucial; mientras el vecino del norte logre controlar la inflación sin frenar su economía, México podría beneficiarse. Las remesas también seguirán siendo un pilar, aunque su crecimiento podría moderarse si el empleo en EE.UU. se desacelera.