En una reciente intervención, Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), compartió su escepticismo respecto a la viabilidad de las stablecoins como solución dentro del sistema financiero global. Subrayó que, a pesar del atractivo de estas criptomonedas diseñadas para minimizar la volatilidad mediante su vinculación a activos estables, presentan problemas inherentes que limitan su efectividad a largo plazo.
“Las stablecoins prometen estabilidad de precios, pero sus fundamentos no son sólidos. No pueden replicar las características esenciales del dinero que emiten los bancos centrales”, afirmó Carstens.
Destacó que, aunque las stablecoins han ganado popularidad en los últimos años, surgieron principalmente como una respuesta a las fluctuaciones extremas en el mercado de criptomonedas. No obstante, desde la perspectiva de Carstens, su uso no resuelve los problemas fundamentales que enfrenta el sistema financiero, como la confianza y la estabilidad a largo plazo.
Una de las principales preocupaciones es que las stablecoins dependen de la estabilidad de los instrumentos a los que están vinculadas, generalmente monedas fiduciarias o activos financieros. Sin embargo, en un entorno de estrés financiero, esta vinculación podría romperse, generando un efecto cascada de desconfianza y volatilidad.
“Los bancos centrales tienen un mandato claro de proporcionar estabilidad monetaria y financiera. Las stablecoins, por otro lado, carecen de este respaldo institucional y regulatorio”, puntualizó Carstens.
El exgobernador del Banco de México insistió en que las autoridades monetarias deben seguir desarrollando monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) como respuesta a las crecientes demandas de digitalización en el sistema financiero. Según su visión, éstas mantienen la confianza y legitimidad que el dinero fiduciario ofrece, al tiempo que aprovechan las ventajas tecnológicas de la digitalización.
Finalmente, Carstens hizo un llamado a una regulación más rigurosa que supervise las emisiones de stablecoins, considerando los riesgos potenciales que podrían representar para la estabilidad financiera global.