AT&T México sigue poniendo su confianza en la capacidad del país para proporcionar un entorno favorable a la inversión, a pesar de los desafíos que enfrenta el mercado de telecomunicaciones. El director general de la compañía, Mónica Aspe, destacó la importancia de establecer un marco regulatorio claro y estable, que brinde seguridad a los inversionistas y permita el desarrollo sostenible de la industria.
Aspe subrayó la relevancia de las reformas estructurales en el sector, las cuales han desempeñado un papel clave en la expansión y modernización de los servicios de telecomunicaciones en México. Sin embargo, también señaló que el contexto económico global y local exige medidas adicionales para garantizar la competitividad y atraer flujos de capital.
“Es fundamental contar con reglas del juego claras y un ambiente económico que fomente la inversión continua. Sólo así podremos ofrecer servicios de mayor calidad y mejores precios a los consumidores”, afirmó Aspe durante una reciente conferencia.
La directiva también mencionó la necesidad de colaboración entre las autoridades gubernamentales y las empresas del sector para resolver obstáculos regulatorios y adoptar políticas que impulsen la innovación tecnológica. En este sentido, reiteró el compromiso de AT&T con el país y su disposición para seguir invirtiendo en infraestructura de telecomunicaciones.
El mercado mexicano, con su vasta base de usuarios y un creciente acceso a tecnologías de última generación, representa una oportunidad significativa para los operadores. No obstante, las expectativas de certidumbre regulatoria y económica son cruciales para renovar el entusiasmo inversor.
A pesar de los retos, AT&T ha manifestado su interés en explorar nuevas áreas de crecimiento, como el internet de las cosas (IoT) y la expansión de su red 5G. Estos planes forman parte de la estrategia a largo plazo de la empresa para consolidarse como líder en servicios de telecomunicaciones en un entorno cada vez más competitivo.
De cara al futuro, AT&T se mantiene optimista sobre el potencial de México como un destino de inversión clave, siempre que las condiciones regulatorias favorezcan un ecosistema de negocios saludable y atractivo.